Las características fundamentales de financiación intermedia benefician a las empresas de diversas maneras, pero el valor puede atribuirse en gran medida a su menor capacidad de dilución, a la flexibilidad que proporciona y a su naturaleza paciente.
Al reunir capital, la mayoría de los propietarios de negocios se esfuerzan por minimizar la cantidad de capital que tienen que entregar; la financiación intermedia les permite hacerlo al maximizar el apalancamiento total con poca o ninguna dilución del capital. Una recapitalización dirigida por la intermediación suele tener como resultado que los accionistas actuales conserven el control mayoritario de la empresa y controlen el consejo de administración y la administración.
Con la financiación intermedia, el inversor puede proporcionar un capital superior al que un banco normalmente se sentiría cómodo suscribiendo, lo que brinda a las empresas la flexibilidad necesaria para alcanzar objetivos que requieren capital fuera de los límites de la deuda senior.
Una de las principales ventajas de la financiación intermedia es que es paciente en tiempos difíciles. La financiación intermedia está subordinada a la deuda preferente, desde un punto de vista estructural, y no suele requerir ninguna amortización antes del vencimiento. La financiación intermedia también suele tener un vencimiento máximo de 7 a 8 años. Esto hace que los prestamistas principales se sientan cómodos y brinda a la gerencia el tiempo necesario para resolver cualquier problema que surja antes de tener que abordar ese vencimiento.
En última instancia, la financiación intermedia permite a los propietarios de empresas mantener el control y financiar sus objetivos de crecimiento u otras necesidades más allá de lo que permite su capacidad de endeudamiento preferente, al tiempo que actúa como una parte de capital paciente en segundo plano.
